Ha compartido banquillo con los mejores profesionales del fútbol, ha formado parte del brillo y la ostentación de las fiestas y ha probado las mieles del triunfo y el reconocimiento. Pero tras su lesión, Martín Santana intentará recuperar la autoestima perdida y dar un giro de 180 grados a su vida regresando a Villa Lucero, el pueblo que le vio crecer. Allí tratará de reconquistar la confianza de sus hijos, retomar el contacto con su padre y su entorno familiar e incrementar la complicidad con los amigos que dejó en el pueblo cuando inició su fulgurante carrera deportiva.