Romola Garai ('The Hour', 'Emma'), Chris O'Dowd ('The IT Crowd', 'La boda de mi mejor amiga'), Gillian Anderson ('Expediente X', 'Any Human Heart'), Richard E. Grant ('Jack & Sarah', 'Drácula, de Bram Stoker'), Shirley Henderson ('Trainspotting', 'El diario de Bridget Jones'), Amanda Hale ('Persuasión', 'Jekyll') y Mark Gatiss ('Sherlock', 'Match Point') protagonizan la miniserie de cuatro episodios 'The Crimson Petal & White', basada en el superventas 'Pétalo carmesí, flor blanca' del escritor y periodista holandés Michel Faber. Lucinda Coxon ('Wild Target', 'The Heart Of Me') firma el guión y Marc Munden ('Vanity Fair', 'La marca de Caín') se pone detrás de las cámaras.
'The Crimson Petal & White' relata la historia de Sugar (Garai), una prostituta del siglo XIX de 19 años que lleva ejerciendo como tal desde los 13 cuando su madre, que no deseaba que su hija tuviera más suerte que ella, metiera a uno de sus clientes en su cama. Por otro lado está William Rackham (O'Dowd), un caballero de 31 años, antiguo alumno de Oxford, cuyo destino como sucesor de su padre en la industria familiar parece no llamarle lo suficiente la atención. En su lugar, Rackham posee melifluas aspiraciones literarias y un gusto desmedido por lo hedonista, lo intelectual y lo refinado. El ya no tan joven aristócrata está casado con la hermosa y nívea -de ahí la flor blanca- Agnes (Hale), una mujer a la que ama pero que no puede complacerlo al odiar el sexo y la maternidad. De hecho, Agnes y William tienen una hija, a la que la madre no soporta ver.
Un día más oscuro de lo normal, carcomido por los terrores de su esposa y las presiones de su padre, William se las apaña para que caiga en sus manos un libelo "estrictamente para caballeros" que encumbra enfervorecidamente el prostíbulo de la señora Castaway (Anderson). La más elogiada, cómo no, no es otra que Sugar, cuya reputación y sensualidad la preceden, y que además es conocida porque "jamás se niega a nada". Su nada convencional belleza, su cultura -también desea convertirse en escritora- y su absoluta disponibilidad seducen a William hasta el punto de que no quiere compartirla con nadie, y así su existencia acaba dividiéndose entre Sugar, el pétalo carmesí, y Agnes, la flor blanca.