El cine gozó de un estado de salud excelente a lo largo de los años noventa, dejándonos grandísimas películas que, aun con el paso del tiempo, no han perdido su vigencia. La década vio despuntar los talentos de directores como Quentin Tarantino, David Fincher o Paul Thomas Anderson, además de consolidar la relevancia en la industria de otros cineastas tales como Steven Spielberg o Martin Scorsese, por lo que tratar de recopilar todo lo que aportaron al Séptimo Arte se antoja, cuanto menos, difícil.
Sin embargo, en SensaCine hemos hecho un esfuerzo, y a continuación te presentamos nuestra selección de las 20 mejores escenas que nos dejó el cine de los años noventa. Ya sean espectaculares secuencias de de acción, diálogos dramáticos, o inesperadas revelaciones, todos estos momentos se ganaron un puesto de honor en nuestra memoria. Si quieres recordarlos sigue leyendo, pero en caso de que no hayas visto alguna de las siguientes películas ten cuidado, pues hallarás un montón de SPOILERS.
20: "No fue culpa tuya" (El indomable Will Hunting, 1997)
La terapia a la que Sean McGuire (Robin Williams) sometía al joven Will (Matt Damon) para tratar de entender los motivos de la reticencia a aprovechar su talento en las matemáticas alcanzaba un punto de inflexión con esta escena. Seguidamente a descubrir dichos motivos, Sean le ofrecía su consuelo diciendo sin cesar la frase "No es culpa tuya". Tras repetirlo varias veces, el indomable joven acababa derrumbándose y aceptando el abrazo, logrando el momento más emotivo de esta gran obra de Gus van Sant.
19: La bolsa (y la belleza en el mundo) (American Beauty, 1999)
La monótona vida de Jane (Thora Birch) cambiaba de la noche a la mañana al conocer a su nuevo vecino Ricky Fitts (Wes Bentley), un peculiar joven que acostumbraba a grabar con su cámara todo lo que le pareciera hermoso -sin importarle que no fuera el momento más adecuado-, y que además le vendía marihuana al padre de la chica (Kevin Spacey). Según se afianzaba su relación, Ricky decidía mostrarle la cosa más bella que había grabado nunca: una bolsa mecida por el viento. La voz de fondo del joven y la música de Thomas Newman lograba que, en efecto, nos lo pareciera.