Nos encontramos ante el reinicio de un superhéroe, más vulnerable, más imperfecto, en definitiva, más humano, con claros síntomas postvengadores, en esta entrega solo mencionados no mostrados, un superhéroe que se ve obligado a trabajar otra vez desde cero, que sufre, siente y tiene magulladuras. El conjunto del largometraje ofrece diversión y entretenimiento garantizado, con más sentido del humor que en sus anteriores entregas pero sin perder relación con ellas. En cuanto al villano, nos encontramos con un villano que es capaz de quitarle todo el ego al gran Tony Stark. La película tiene un comienzo solido, presentándonos un donde y un porqué, para al final darnos toda una exhibición de fuegos artificiales y efectos especiales. Como no podía faltar en toda producción estadounidense todo ocurre en los Estados Unidos, y el presidente de la nación forma parte de la trama. Añadir que la compañera sentimental de nuestro héroe también consigue mayor protagonismo que en las anteriores entregas, especialmente que en la segunda donde era eclipsada por la Viuda Negra. He de destacar dos cosas: que tiene los mejores créditos finales de la saga y que la escena extra que nos ofrece la factoría Marvel, aporta poco o casi nada.
En resumen: este Hombre de Hierro es más.