Guillermo del Toro es de esos (¿aclamados?) directores que tiene sello propio. Todas sus películas responden a unos canones y todas tienen una aire parecido. Normalmente se mueve en películas de ciencia-ficción, películas fantásticas y algunas con estética de cuento de terror. “Crimson Peak” AKA “La cumbre escarlata“, es su nueva obra, que responde, precisamente, a éste último estilo.
Mia Wasikowska, la eterna “Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton“, protagoniza esta película en la que a la pobre la caracterizan de tal manera, que parezca que tiene treinta años más. Aunque precisamente esa caracterización, pero de decorados y escenarios es lo más llamativo y significante de toda la película. Ambientada en la Inglaterra del siglo XIX, del Toro recrea a la perfección un estilo de vida que nos traslada a mansiones tenebrosas, paredes llenas de recovecos con secretos y colores fuertes en el frío, oscuro y tenebroso ambiente del aislado pueblo. El resto, no es más que un cuento de fantasmas a la vieja usanza. Es decir, una historia más vista que el tebeo, con un desenlace previsible desde el minuto 1 y unos secretos que bostezan aburrimiento toda la cinta, pues ninguno llega a sorprender, ni mucho menos despuntar. El mexicano ni siquiera se molesta en asustar lo más mínimo, pues utiliza los clichés más usados del cine de suspense: puertas que se abren y se cierran solas, bañeras rebosantes de color rojo y un único pasillo para vislumbrar a lo lejos al fantasma en cuestión. Unas interpretaciones de lo más correctas, dándole un punto a favor a Mia Wasikowska, y de nuevo una película que podría servir perfectamente de trama de hora de la siesta.
Lo mejor: Jessica Chastain en un papel muy parecido al de Eva Green en “Penny Dreadful“, esto es, mujer atormentada con más secretos que virtudes.
Lo peor: su excesiva duración para una historia así, hace que le sobren mínimo 45 minutos.