Esta temporada está dominada por la presencia en la política británica de Margaret Thatcher como Primera Ministra y de Lady Diana Spencer como consorte del Príncipe Carlos.
Los capítulos siguen manteniendo una relativa independencia, centrándose cada uno en algún evento histórico y a veces familiar pero nunca olvidando la dimensión política. Los diálogos afilados y concisos, a veces de una dureza extrema, los gestos, siguen maravillando al espectador. La puesta en escena continúa siendo deslumbrante, con algunas innovaciones formales que no conviene revelar.
Las historias de la familia real están más presentes que en la T3, pero siempre atravesadas por la razón de Estado, manteniendo con esa amalgama casi indisoluble (en la realidad y en la ficción) una de las mayores virtudes de la serie y su visión de la monarquía.
Sabemos que dentro The Crown, las audiencias de la Reina con sus Primeros Ministros son un tópico aparte y constituyen siempre momentos culminantes. Y cabe decir que los que mantienen Isabel II y Thatcher son antológicos.
La composición de la Dama de Hierro que hace Gillian Anderson es algo discutible: por momentos, bordea la caricatura y parecería que la serie no terminara de definir una imagen del personaje, desde qué punto de vista se ubica para pintarlo. De todos modos, logra momentos conmovedores (debemos admitir que es cierto que hasta los monstruos tienen rincones entrañables) y los guionistas no se lavan las manos respecto de su nefasta política neoconservadora (aunque sin abundar mucho en ella) y dejan bien clara su precursora postura meritocrática. Considero que la trascendencia que la serie le da a la Guerra de Malvinas, es la que le dieron los británicos en su momento.
En cuanto a la descripción de la relación de Carlos (un excelente Josh O'Connor) con Lady Di es sorprendentemente franca. Emma Corrin resulta una verdadera revelación, dotando a su personaje de muchas facetas, que van desde la ingenuidad y la fragilidad hasta lo encantador o exasperante.
Helena Bonham-Carter vuelve a lucirse como la Princesa Margarita y Olivia Colman vuelve a maravillar con su impresionante economía de recursos. Definitivamente una Reina que impone su presencia en todas las escenas.
En suma, esta temporada de The Crown mantiene su nivel de excelencia, inteligencia y profundidad (con algunos capítulos antológicos), con su siempre aceitada, nada complaciente y siempre interesante integración entre drama, política y razón de Estado, con una Olivia Colman que cautiva con su economía de recursos, con la presencia de dos personajes de primer nivel, a cargo de una Gillian Anderson que nos brinda una Margaret Thatcher a veces discutible y una Emma Corrin muy convincente como Lady Di y con una puesta en escena sofisticada y suntuosa que vuelve a asombrar, todos factores que ubican sin dudas a esta serie entre lo mejor de las ficciones contemporáneas.