The Wire (Miguel A. Gutiérrez
Qué decir, qué escribir a estas alturas sobre esta serie que no se haya escrito o dicho antes.
Sin duda una de las mejores historias jamás contada para la pequeña pantalla, alabada por todos, admirada por muchos.
Pero uno ve la serie y siente unas ganas indefectibles de hablar sobre ella, de exteriorizar de algún modo lo vivido durante el transcurso de las cinco temporadas que nos regala The Wire; de dibujar con palabras los lúgubres callejones que encontramos cada vez que observamos Baltimore tras el televisor; contar del olor a orina, pobreza y pecado que nos llega cada vez que seguimos a Bubles en sus trapicheos; del mareo al que nos lleva McNulty cada noche con sus borracheras después de una intensa jornada de caza; o el silencio sepulcral de las esperas de Omar Little y su férrea determinación.
Ves The Wire, acabas de ver todos sus capítulos, aún en shock, aún asimilando todas las lecciones y experiencias, y te impactan como dos duros golpes al estómago dos sensaciones.
La primera es que no has visto nada igual hasta el momento, nada ni por asomo parecido a la REALIDAD que transmite la serie. No te la han maquillado, ni endulcorado con nada; te han contado una historia, dura, cruel, sibilina, brutal... te han hablado del mundo en el que vives sin embadurnarlo con ningún tipo de potingue que le de belleza. Tal es así que todo lo visto hasta entonces, todas las series, películas y libros leídos hasta la fecha, de golpe y porrazo te parecen menos buenos, más falsos, pierden puntos. Algunos de ellos directamente se convierten en mierda.
La segunda sensación es de vacío. Ese vacío que experimentas cuando has vivido algo realmente bueno y sabes que ya no habrá más, pues del mismo modo que eres consciente que no has visto nada igual hasta el momento, también comprendes no verás nada igual jamás en el futuro, tendrás que volver a ver la serie tiempo después. Lo merece.
Es así, sin más, The Wire es una obra maestra, redonda en todos los planos.
Un guión entintado de experiencia, no te están contando una historia de oídas, quienes te cuentan la historia son guionistas que han VIVIDO todo eso, de uno u otro modo ellos han mamado todo aquello: políticos corruptos enriqueciéndose a base de mentiras, abogados sin escrúpulos que ganan juicios sin importar cómo ni a quién pisan, mafiosos sanguinarios capaces de usar a niños para asesinar, policías cansados de todo que cometen más errores que aciertos entorpecidos por laberintos de papeleos y burocracia... y mientras una ciudad que agoniza hundida bajo toneladas de droga y pólvora.
Actores que no son modelos de revistas, jóvenes, guapos y con cuerpazo. No, así no es la realidad, y de eso trata la serie.
Si has vivido entre la mierda eso ha de estar marcado en tu cara, en tu mirada, en tus expresiones.
Si eres un experimentado abogado no puedes tener 30 años y lucir tipazo, algo falla si eso es la nota común.
Cuando entras a una comisaria de policía y todos parecen recién salidos del gimnasio e hipermotivados en atrapar a los malos, luego lo comparas con lo que ves en tu día a día y te das cuenta de que te están engañando.
No cuela que no haya mujeres y hombres de más de 40 años con barriga, que haya de todo, feos, guapos, normales, delgados, gordos...
The Wire no comete ese error. Ves realidad en todo, los actores, por supuesto, también transmiten REALIDAD.
Actores de todas razas, edades y físicos posibles, tipos que ACTUAN, que se meten en cuerpo y alma en el papel. Es más, los personajes evolucionan temporada a temporada, los ves crecer, levantarse...también caer, sobre todo, caer.
Hay muchas razones por las que ver esta serie, también de si la has visto volver a verla.
Nada volverá ser igual en tu vida tras The Wire.