El enorme restaurante asiático con 12 años de historia y una deuda de 30.000 euros que solo 'Pesadilla en la cocina' podía salvar
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Fue el primer restaurante de cocina oriental que el programa de Alberto Chicote trató de reflotar

    Atresmedia

    La temporada 5 de Pesadilla en la cocina fue la segunda más vista de toda su historia. El programa de Alberto Chicote anotó una media de 12,4% de cuota de pantalla y 2.043.000 espectadores, unos datos que quedan muy lejos de los cosechados en la última edición emitida. Dos años después, el formato de laSexta volvió a con más fuerza que nunca en su sexta temporada y una novedas. Más de sesenta restaurantes después, el famoso cocinero trató de reflotar el primer restaurante de comida asiática en sus varios años de trayectoria: el Mizuna THAI, emplazado en un enorme local de Girona y comandado por un desesperado dueño que estaba de deudas hasta las cejas.

    Pesadilla en la cocina era para Yon, el nuevo propietario del restaurante que su madre había levantado con éxito hacía 12 años, su última oportunidad para salir adelante en una situación que estaba al límite desde hacía tiempo. Una enorme deuda de 30.000 euros había puesto en jaque el negocio y la economía de la familia al completo, puesto que prácticamente todos sus miembros trabajaban allí. "Pierdo 2.000 euros todos los meses", explicaba el dueño desbordado por la situación.

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    Al hacerse cargo del negocio, Yon quiso darle una vuelta al restaurante chino tradicional convirtiendo el Mizuna THAI en una propuesta más amplia que también incluyese platos tailandeses, japoneses y coreanos, pero el cambio les hizo perder clientela. "¿Conoces el refrán de 'quien mucho abarca poco aprieta"? le preguntaba el chef. A su llegada, Chicote rápidamente identificaba los principales problemas: una carta demasiado extensa, platos que no están ricos y, principalmente, un equipo que no está nada motivado que dejaba flipando al chef y presentador del programa en el primer servicio.

    "No está bueno", sentenciaba Chicote al probar los primeros platos. "Aquí hay demasiadas cosas que no están buenas. Me da la sensación de que todo está viejo". La visita a la cocina no fue mucho mejor: los cocineros le tenían miedo y Chicote tuvo claro que la barrera idiomática sería un reto a la hora de transmitir recomendaciones, pero principalmente encontró muchísima suciedad. "Es la mierda que lleva diez años ahí porque nadie ha limpiado", reconocía el dueño ante la incredulidad del presentador.

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    Al caos de los servicios en el restaurante se unía el de la comida a domicilio y, por el camino, alguno de los trabajadores siempre acababa fallando al servicio por una razón u otra. Tras el análisis exhaustivo, Chicote ponía en marcha su plan para mejorar la carta y para cambiar el sistema de organización, que era "una mierda como un piano". También su ya mítica reforma, que aprovechaba al máximo una de las principales ventajas del local, que era su tamaño.

    Sin embargo, aunque la reapertura del restaurante resulto 100% Pesadilla en la cocina -empezó con problemas y terminó bien tras discursos motivacionales y las emociones a flor de piel-, el programa no pudo salvar el Mizuna THAI, que acabó siendo traspasado rápidamente. Un año después de la emisión del programa como parte de la sexta temporada en 2018 el restaurante ya no estaba abierto y el local había acogido otro negocio, también de cómida asiática, que ha cerrado recientemente.

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