A todos nos ha pasado. Esa serie que te encantaba, de la que esperabas nuevo episodio (o temporada) con absoluta ilusión, se pone en tu punto de mira y, casi sin darte cuenta, la odias.
A ver, no la odias, pero sientes esa desilusión / decepción -también aplicable a las relaciones humanas- de que cuando te falla algo que te gustaba mucho, te duele el doble. De esto va la selección que encontrarás a continuación, en el que la redacción se SensaCine se ha atrevido a confesar qué serie les volvía locos y acabaron repudiando por una u otra razón.
Temporadas sin fin plagadas de episodios de relleno, una desidia inexplicable que te impide comenzar una nueva entrega, esperas interminables entre temporadas... La realidad es que hacer algo bien y mantenerlo así a lo largo del tiempo sin demasiados altibajos es un arte que no ha logrado dominarse ni en Juego de Tronos.
A continuación te confesamos las series que, por diversas razones, nos hicieron renunciar a ese amor inicial que les profesábamos. ¡No dudes en ponernos en comentarios cuál es la tuya!
'The Walking Dead': "La emoción se transformó en pereza"
Alicia P. Ferreirós
No creo que le sorprenda a nadie que la lista de series que amábamos con locura y acabamos "odiando" esté encabezada por The Walking Dead, porque la realidad es que es uno de los ejemplos más claros y recientes de cómo se puede pasar de estar en la cima a perder millones y millones de espectadores en apenas un par de temporadas. Qué pasó con la ficción zombi y por qué dejaron de molarnos las historias de Rick Grimes (Andrew Lincoln) y compañía es todavía un misterio, aunque la realidad es que si pretendemos buscar un solo motivo no lo vamos a encontrar. La razón por la que The Walking Dead dejó de gustar es una mezcla de varios factores y lo más probable es que cada uno de los espectadores que se ha bajado del carro en los últimos años tenga la suya propia.
Lo confieso. A mí, como a tanta gente, me chiflaba The Walking Dead. Me chifló la primera temporada. Me chifló la segunda, esa que tan criticada fue por alguno. Y ya a partir de la tercera es que hasta me levantaba de madrugada para verla. Aplaudí la forma en que la serie de AMC había adaptado las tramas de la prisión, Woodbury y el Gobernador, me emocioné viendo a Rick gritar que ahora ellos eran los muertos vivientes, me deleité con Terminus y esperé con ansia la llegada de Negan. Sin embargo, como a tantos otros, en algún momento todo empezó a desmoronarse. Como comentaba, no por algo en particular, sino una mezcla de varias cosas.
Con la llegada de Negan (Jeffrey Dean Morgan), Rick se convirtió en todo lo que no queríamos ver en nuestro héroe, el grupo empezó a disgregarse y, mientras la presencia en Alejandría comenzaba a hacerse un poco larga, empezaron a entrar en juego comunidades de supervivientes como Oceanside que daban mucha pereza. Eso y los episodios centrados en personajes o en tramas concretas que al final no eran suficiente para satisfacer esas ganas que estábamos acostumbrados a tener de una a semana a otra. En definitiva, que la emoción se transformó en pereza. Una pena.
'Por trece razones': "Tres temporadas innecesarias"
Custodio Guerrero
Por trece razones de Netflix consta, lamentablemente, de cuatro temporadas y está basada en un libro, concretamente en el de Jay Asher. Esto da a entender perfectamente que con la primera temporada hubiese valido. Pero tal fue su éxito, que Netflix decidió hacer, innecesariamente, tres entregas más.
La primera temporada tenía sus más y sus menos. Fue objeto de polémica principalmente por la escena del suicidio de la protagonista, donde muchos decían que idealizaba el hecho en sí de suicidarse. Pero en conjunto, la serie trataba profundamente el tema del tabú que se encuentra en la sociedad hoy día: el suicidio de muchos jóvenes. Algo bastante necesario y que dejaba un mensaje claro.
Sin embargo, la segunda entrega (ya saliéndose del libro) se realizó para tratar lo que pasaba tras ese triste acontecimiento. Algo también bastante bien a tratar, pero al ceñirse en esos 13 episodios que caracterizó la primera entrega, se alargaba bastante el chicle con personajes que ya no venían a cuento en la historia.
Pero todo fue a peor con la tercera y cuarta temporada. La serie llegó a reinventarse metiendo un misterio, el asesinato de uno de sus protagonistas. Un Pretty Little Liars a la vieja usanza. Y fue bastante horrible, la verdad. Pero la cuarta ya puso el broche de oro a lo peor de la serie al tratar varios temas a la vez, sin tiempo ninguno para tratarlos con delicadeza (como el del VIH o la depresión). Que también te digo una cosa: Que después de cuatro temporadas sea en la última en la que se trate que el protagonista tenga depresión después de todo lo que le ha ocurrido anteriormente... Resulta un poco absurdo.
Por trece razones fue valiente en su primera entrega y en varios casos de la segunda temporada. Pero se quedó ahí y no fue más allá al tratar otro tema tabú como los tiroteos en los colegios de Estados Unidos. Por trece razones tendría que haber acabado con la historia de Hannah Baker.
'Los Simpson': "Me duele más a mí que a ti"
Sara Heredia
Habiendo visto religiosamente Los Simpson cada día a la hora de comer durante décadas, usando sus frases en todo tipo de contexto y, en general, aprendiendo de la vida gracias a esta familia amarilla, me duele más que a nadie ver en lo que se ha convertido. Nacida en 1989 y convertida muy pronto en toda una revolución en la animación para adultos, la ficción de Matt Groening fue un antes y un después en el género. Gracias a ella pudimos disfrutar también de Padre de familia o South Park y, más recientemente, de genialidades como Rick y Morty. Pero hace tiempo que pasó su época de mayor esplendor.
Es difícil determinar cuándo Los Simpson perdieron su esencia, pero de lo que nadie duda es de que, en algún momento del camino, el humor inteligente dejó de tener presencia y que los personajes secundarios empezaron a tener más protagonismo que Homer, Marge, Bart, Lisa y Maggie. En España, además, sufrimos la pérdida del gran Carlos Revilla, la voz de Homer y jefe de guionistas, algo que parece coincidir con la bajada de calidad de la animación.
No soy la única que lo piensa y Sol Harris, del podcast 'Diminishing Returns', volvió a ver la serie al completo para saber qué había pasado exactamente. Según su opinión, el momento de declive comienza cuando descubrimos que Skinner es un impostor -un hecho que han destacado desde la propia serie en capítulos posteriores- y marca el 11 de noviembre de 2001 como el punto en el que, definitivamente, se convirtió en “mala televisión”. El episodio emitido en esa fecha es ‘The Parent Rap’, donde un juez obliga a Homer a esposarse a Bart por ser un padre negligente.
Matt Groening pide a los fans más veteranos que le volvamos a dar una oportunidad, pero yo soy más partidaria de cerrar etapas y pasar página.
'Modern Family': "Perdió su esencia"
Ana Lasso
Es muy posible que en algún momento de tu vida hayas visto algún episodio de Modern Family, incluso a tenerlo de fondo haciendo cualquier otra cosa menos verlo. Puede que hasta te llegaras a enganchar a esta famosa 'sitcom' familiar creada por Christopher Lloyd y Steven Levitan en 2003, y que ha llegado a cosechar 15 largas temporadas, hasta el año pasado que se despidió de su audiencia.
Al principio Modern Family tenía un encanto particular, bromas que de verdad hacían gracia, y unos protagonistas con los que era imposible no empatizar o con los que no soltar una carcajada. Si hay algo por lo que llamaba la atención esta serie fue su formato; grabado a modo de falso documental en el que cada uno de los personajes era entrevistado cada episodio. A modo Gran Hermano, Phil y Claire Dunphy (marido y mujer), interpretados por un divertidísimo Ty Burrell, y una encantadora y psicótica a partes iguales Julie Bowen, narraban sus íntimos secretos y cotilleos familiares.
Pero como en todas las ficciones que siguen la vida de una familia, ocurre siempre lo mismo, que van perdiendo fuelle. Los niños y adolescentes de esta serie, que eran una de las claves de la historia y la dinámica entre familias, fueron haciéndose mayores y adultos, y con ello perdiendo su correspondiente gracia. Todo se fue volviendo cada vez más serio y monótono, y aunque nunca dejó de entretener, sí que perdió la esencia de lo que en su momento llegó a ser.
'Penny Dreadful': "Una espantosa y deforme tercera temporada que tiró todo por tierra"
Andrea Zamora
Cómo no vas a adorar Penny Dreadful. La serie creada por John Logan lo tenía todo para ser una de esas historias que recuerdas con cariño. Brujas, vampiros, hombres lobo, Dorian Gray, Frankenstein, Drácula… Una reinvención de los monstruos clásicos y seres fantásticos con puntos de terror y pegando de lleno en la parte más personal de personajes que forman parte de nuestro imaginario cultural. Por supuesto, la guinda del pastel de este proyecto es una magnética Eva Green en el papel de Vanessa Ives. Seamos sinceros. Sin ella como protagonista, Penny Dreadful hubiese pasado sin pena ni gloria por nuestras vidas. La primera temporada de la ficción fue buena. La segunda, con una enorme Helen McCrory, fue todavía mejor. Entonces, ¿cómo he llegado a “odiar” algo que prometía consagrarse como una gran serie? Fácil: Una espantosa y deforme tercera temporada que tiró por tierra todo lo que habían conseguido sus predecesoras.
“It Was Foretold” (“Fue predicho”). Así, con esa frase, se puso el punto final a Penny Dreadful cuando se anunció que ya no habría más Vanessa Ives. No. No me creo que ese final estuviese predicho. Tramas que se quedaron en el aire. Resoluciones apresuradas. Decisiones tomadas por los personajes sin ningún tipo de sentido. Elementos introducidos en anteriores entregas que, por sorpresa, ya no tienen la importancia y relevancia con la que se presentaron en su momento. ¿En serio estaba predicho? No me la cuelas doblada, John Logan.
Puede que “odiar”, lo que se dice odiar en el sentido más amplio de la palabra, no sea cierto en cuanto a mis sentimientos actuales hacia Penny Dreadful. Siempre le tendré mucho cariño al inicio de la ficción. Lo que me pasó con ella es lo mismo que cuando compras una caja de fresas pensando en comértelas al día siguiente y, al sacarlas de la nevera, la mitad ya están podridas. Y qué rabia da eso.
'El Cuento de la Criada': "Hastío es la palabra"
Lourdes De Paredes
Se acaba de estrenar la segunda temporada de El Cuento de la Criada y contra todo pronóstico aún no he empezado a verla. Desde que se estrenó la primera remesa de episodios he sido fiel al día del debut para visualizar religiosamente la serie basada en la novela de Margaret Atwood, pero, ¿qué ha pasado esta vez? Hastío es la palabra.
Conocedora de que acabaré viendo la nueva temporada, simplemente asumo que necesito tiempo para aumentar las ganas de seguir acompañando a June en el mundo distópico de Gilead. El argumento, la estética, el cásting, la ambientación… toda la serie atrapa, pero a mi parecer es una producción que se gusta demasiado y se recrea en exceso. Todos los detalles que de inicio ayudaron a enriquecer la serie, ahora la abocan al tedio. Demasiados silencios, desmesurada utilización de esa espectacular fotografía, un ritmo excesivamente pausado, y exorbitantes primeros planos de Elisabeth Moss, sin duda una gran actriz, pero tanta recreación y escenificación en torno a su figura y caras contrariadas o de lamento, acaba siendo agotador.
Estoy segura de que el argumento de la cuarta temporada no defraudará. Ni la producción, ni la estética. Todo estará cuidado al detalle para que cada capítulo sea disfrutado a fuego lento por el espectador, pero tal vez sea ese el problema, que el fuego sea demasiado lento, no estaría de más arriesgarse un poco, no siempre es tan malo quemarse y salir de la zona de confort.
'Prison Break': "Conseguí llegar al final sin ningún tipo de emoción"
Lorena Vialás
Aunque ya era una seriéfila empedernida, Prison Break, junto a Perdidos, fue la razón de que mi pasión por las series aumentase a un nivel descontrolado. Después de ver cada episodio, que por aquel entonces no era tan sencillo como entrar en una plataforma y darle al play, corría a meterme en mil foros y blogs para ver, no sólo el avance del siguiente capítulo, sino esas teorías y comentarios que sugerían otros fan de la serie.
Sólo puedo decir que Prison Break me enamoró desde el primer episodio. Aquel en el que Michael Scofield robaba un banco a mano armada con el único objetivo de ser condenado a prisión. ¡Qué locura y qué tío más maravilloso, pensé, al descubrir que estaba perdiendo su propia libertad para poder sacar de la cárcel a su hermano, Lincoln Burrows! Y ya ni te cuento cuando vi que Michael se había tatuado los planos de la prisión de Fox River, y había trazado el plan de huída perfecto para que liberar a Lincoln de esa condena, supuestamente, injusta.
Pero como en cualquier relación, si la chispa no se aviva la llama se apaga. Y eso es lo que me ocurrió como la ficción creada por Paul Scheuring. Después de una trepidante primera temporada ambientada en el interior de Fox River y una segunda entrega ya fuera de ella, sufriendo al ver esas persecuciones a las que se enfrentaban los dos hermanos y el séquito de criminales que huyeron con ellos; se les ocurrió anunciar una tercera temporada. Una temporada innecesaria, que de nuevo transcurría en una prisión, esta vez en Panamá.
Con cada episodio, mi desencanto iba aumentando hasta llegar a ese punto en el que me obligaba a ver cada nuevo episodio. Pese a ello, conseguí llegar al último episodio, sin ningún tipo de emoción; pero me vi incapaz de darle una nueva oportunidad a la cuarta temporada. Y ya ni hablemos de la quinta temporada, estrenada ocho años después del que en un inicio estaba concebido como el final de la serie. En fin, una pena que Prison Break no se hubiera dividido únicamente en dos entregas.