Un, dos, tres... responda otra vez, La isla de los famosos, Pekín Express, El número uno o Fama, ¡a bailar! son algunos de los casi 40 programas que ha presentado Paula Vázquez. La gallega se convirtió a finales de los 90 y principios de los 2000 en la presentadora estrella de la pequeña pantalla que todas las cadenas querían para sus formatos, hasta presentó en varias ocasiones las Campanadas y las galas Inocente, inocente.
Su carisma, su actitud y su saber estar frente a la cámara convirtieron a la presentadora en un referente de jóvenes promesas. A punto de estrenar la segunda edición de Bake off: famosos al horno en RTVE, Paula Vázquez lleva a sus espaldas tres décadas de trayectoria profesional dedicada a la pequeña pantalla. Y, como en más de una ocasión han contado otros rostros televisivos, los sacrificios para dedicarse a la televisión acabaron pasándole factura.
Paula Vázquez ha hablado de este tema en Estirando el chicle, el podcast de Victoria Martín y Carolina Iglesias. "De los 17 a los 30 no me relacioné, no tuve vida. Lo recuerdo todo muy sacrificado", explica la presentadora gallega. La también actriz confiesa que en aquella época a los conductores de programas de televisión "no nos dejaban tener cue, tenías que estudiar". Además, "los estereotipos ultrasexualizados eran todavía más potentes, aunque siguen estando presentes".
"No salía, no vivía, y ahora con 50 años estoy que me vuelvo loca", confiesa entre risas la presentadora. Paula ha recordado la de sobreesfuerzos que tuvo que hacer debido a la cantidad de trabajo que tenía. "Hacía un programa en Francia, una película en Italia, hacía el Euromillón aquí. Tenía bolos sueltos, y mientras un catálogo de bikinis, entrenar... No tenía vida", explica a Victoria Martín y Carolina Iglesias.
Recuerdo una época en que me ponía en la agenda cuándo podía llorar
A pesar de que fueron años difíciles, Paula Vázquez guarda muy buen recuerdo de todos los proyectos en los que ha estado. Sin embargo, en La isla de los famosos "hubo de todo". "Lo pasé muy bien, pero lo pasé muy mal. Como estos programas no lo hacían mujeres, no estaba estipulado en el presupuesto ni estilismo, peluquería ni maquillaje. Iba con una mochila con el kit de la buena presentadora", recuerda la presentadora.
Todos los sacrificas durante aquella época le llevaron a ser diagnosticada de una "depresión grotesca". "Yo hacía de Paula Vázquez, como que todo iba estupendo, hasta que se me empieza a caer el pelo, y me quedo casi calva", recuerda la invitada de Estirando el chicle. Incluso llegó a pensar que estaba "muriendo y nadie se estaba dando cuenta".
"A mí me parecía normal llegar a casa y llorar", confiesa. Paula reconoce que era feliz "cuando se encendía el pilotito rojo" porque "lo controlaba muy bien" y "el guion estaba escrito y sabía lo que me iba a pasar". "Mi problema fue cuando tuve que salir al mundo, hacer de Paula y enfrentarme a gente, discutir y poner límites. Me llevé algunas hostias que ni me imaginaba, de amigos, de familiares, de novios, de gente con la que he trabajado... No sé poner límites, y es algo que todavía estoy aprendiendo", sentencia la presentadora.