John Hughes (18/02/1950-06/08/2009) se le escapó la vida mientras realizaba su habitual paseo matutino por su ciudad de adopción, Nueva York, ya que él era natural de Lansing (Michigan), ciudad donde transcurrían los argumentos de algunas de sus películas más importantes. Un infarto se nos llevaba a uno de los autores cinematográficos más exitosos de finales del pasado siglo, aunque quizás habría que concretar un pocó más y asegurar que Hughes fue el rey del cine en los años 80, donde sus películas conquistaron a toda una generación de espectadores que se divertían y se emocionaban con personajes que no les eran nada ajenos y que tampoco tenían que tener súperpoderes especiales o enfrentarse a asesinos de afiladas garras para resultar atractivos. Los protagonistas de las tragicomedias de Hughes -en cualquiera de sus facetas: director, productor, guionista- sólo tenían que sentarse a hablar y ya nos conquistaban. Cuánto ha cambiado el cine desde entonces.
En los años 80... era el rey, el alma de los videoclubs, el líder espiritual del Brat Pack, un iconoclasta cachondo que nunca dejó de amar (y entender) a los jóvenes personajes que retrataba.