Hay algo que Hollywood tiene claro: el estreno o no de una película en China puede determinar por completo su futuro. Desde sumar lo necesario para que se convierta en un 'blockbuster' mayor del que ya es, como pasó en su día con Avatar -a la que permitió recuperar su trono como la película más taquillera de la historia tras ser superada por Vengadores: Endgame- o, directamente, salvar determinado título de convertirse en un fracaso económico. Que una película se estrene en China es importante para los estudios y es por eso que, durante décadas, las majors han evitado los problemas con la censura del país asiático siempre que les ha sido posible.
No hace mucho que recordábamos como incluso la todopoderosa Disney estuvo dispuesta a prácticamente sepultar una película de Scorsese con el objetivo de que se levantara el baneo que tuvieron todas las películas del estudio a consecuencia de la ofensa que había supuesto para ellos la existencia de Kundun. O como Brad Pitt tuvo prohibida la entrada al país asiático durante 17 años a consecuencia de Siete años en el Tibet.
En definitiva, que una película pueda o no estrenarse en China tiene consecuencias para la industria y, aunque hay algunos buenos ejemplos -como el remake de It de 2017 que no tuvo forma de venderles a su payaso asesino- de títulos que consiguen ser un éxito pese a no haber haber llegado a sus salas de cine, también hay muchos ejemplos de lo contrario. Filmes que, con perdón de la expresión, "salvaron el culo" gracias a su acogida en el país asiático.
Hoy os contamos que eso es lo que ocurrió con Transporter Legacy, el reboot de la franquicia de acción protagonizada por Jason Statham en la que Ed Skrein recogía el testigo del héroe de acción para darle una nueva oportunidad a la desgastada saga.
Dirigida por Camille Delamarre y estrenada en 2015, Transporter Legacy trató de revitalizar la franquicia Transporter siete años después de la tercera película, Transporter 3, pero no le salió muy bien la jugada. El elegido para dar el relevo a Statham fue Ed Skrein, el primer Daario Naharis en Juego de Tronos -y posteriormente reemplazado por otro actor-, quien volvía a meterse en la piel de Frank Martin, el personaje titular que en las cabezas de todo el mundo tenía la cara de Statham.
A pesar de la cercanía de la trilogía original, la idea era hacer una trilogía nueva al completo, que finalmente no salió adelante porque las críticas de la película fueron demasiado malas. Afortunadamente, a nivel comercial logró salvarse, especialmente gracias al empujón de la taquilla en China, que logró superar a la de Estados Unidos y Canadá. Transporter Legacy recaudó 16 millones de dólares a nivel local y 56,6 millones de dólares en otros territorios, obteniendo una cifra global de 72,6 millones de dólares que le permitió ser considerada rentable. El país en el que obtuvo un mayor éxito fue en China con 18,3 millones de dólares recaudados.
En la película, Frank Martin vuelve a ser presentado como el famoso piloto y mercenario, que consigue ser el mejor gracias a seguir tres sencillas reglas: nada de nombres, preguntas ni renegociaciones. En una de sus entregas, Frank conoce a Anna (Loan Chabanol), una misteriosa femme fatal, líder de un grupo de asaltantes y se une a ella para acabar con un grupo ruso dedicado al tráfico de personas y que tiene secuestrado al padre de Frank.