La exposición comienza con una recreación de los estudios Disney originales, con sus mesas de trabajo y una escenografía que nos transporta a la California de la época, gracias a las fotografías colocadas en las ventanas que muestran la realidad que veían los artistas mientras dibujaban. En esta sección encontramos los mitos, relatos de la antigüedad cargados de simbolismo en los que aparecen dioses y seres sobrehumanos, que los creativos de Disney acercaron al público a través del cine con relatos como Fantasía, “la sinfonía pastoral” (1940), La diosa de la primavera (1934), o Hércules (1977).
Tras esto, entramos en el ambiente de lo imaginario. A través de las fábulas, los artistas contaban historias en las que los animales se comportan como humanos y que enseñan una moraleja, con unos personajes que se ganaban el cariño del público. Podemos encontrar piezas de La liebre y la tortuga (1935), El sastrecillo valiente (1938) o Los tres cerditos (1933), la gran protagonista de la zona gracias a la recreación de las tres casitas que forman parte del relato que, curiosamente, era una parábola de la Gran Depresión que atravesaba EE.UU. en ese momento.
A continuación llegamos al bosque, donde se encuentran las leyendas, protagonizadas por los relatos de El flautista de Hamelín (1933), Merlín El Encantador (1963) y Robin Hood (1973), historias tradicionales que han sobrevivido a lo largo de los años y que han llegado hasta nuestros días. Disney supo captar la esencia de estas leyendas y reinterpretarlas a través del medio visual, consiguiendo llegar a un público moderno y perpetuando su significado universal.
Como gran amante del floklore estadounidense, Walt Disney reinterpretó y actualizó algunos de los cuentos norteamericanos, los ‘tall tales’, en los que se muestra la esencia del espíritu de la América del Norte, como la tenacidad para superar los obstáculos y el trabajo constante. Estas ideas se muestran en Tiempo de melodía, “La leyenda de Juanito Manzanas” (1948) o John Henry (2000), en una zona ambientada de forma muy especial que pretende introducir al visitante en el escenario del relato.
Por último, llegamos al castillo, donde se encuentran los cuentos de hadas. Basadas en los cuentos más populares de autores como Christian Andersen o los hermanos Grimm, Walt Disney consiguió crear una conexión directa con las emociones y el espíritu familiar, eliminando la parte más ‘macabra’ de los relatos originales. “Este tipo de entretenimiento milenario basado en cuentos de hadas clásicos no distingue entre mayores y pequeños”, apuntaba el propio Walt Disney en 1951. A través de las piezas de películas como Blancanieves y los siete enanitos (1937), La sirenita (1989) o Frozen (2013), podemos ver los diferentes planteamientos que se hicieron para la creación de sus protagonistas, como los diferentes tonos de pelo que se idearon para las princesas o los distintos rasgos faciales planteados para sus temibles antagonistas.
No te pierdas esta exposición que podrás disfrutar hasta el próximo 4 de noviembre, en la que a través de todo tipo de bocetos, dibujos, y otras piezas, verás cómo los relatos clásicos se hicieron más accesibles a los públicos de cada época.