Llega el viernes, te equipas con tu pijama más cómodo, te preparas un aperitivo para reponer energías y te colocas en la línea de salida de tu maratón de series. Tienes por delante unas 48 horas para ponerte al día con tu ficción favorita o el último estreno sin tener que levantarte del sofá. Esto que tan de moda se ha puesto en los últimos años, en realidad puede llevarte a padecer insomnio, frustración y hasta problemas cardiovasculares, entre otras cosas.
El plan de fin de semana de sofá y Netflix se extiende como la epidemia de nuestra época. La palabra 'binge-watching' se introdujo en nuestro vocabulario en 2013, pero no fue hasta 2015 cuando la eligieron la palabra del año. En España, lo cierto es que nunca ha terminado de cuajar, pero conocemos a la perfección lo que es una maratón de series, que viene a ser el mismo concepto. Las plataformas de ‘streaming’ y su sistema de estrenar las temporadas al completo en un mismo día han provocado que seamos de las primeras generaciones en pasar tantas horas frente a la televisión. Quizás por eso, todavía no hemos notado los efectos que puede tener en nuestra salud. ¿Sabemos realmente lo que ocurre en nuestro cuerpo mientras nos vemos del tirón la última temporada de Stranger Things?
Las series, una droga muy bien vista
Los ‘binge-watcher’ habituales reconocerán ese estado de euforia que se produce durante la maratón de series y el bajón que viene tras los títulos de crédito finales del último episodio. Si al leer este párrafo lo has relacionado con una droga, estás en lo cierto. Amable Cima, profesor de psicología de la de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo, compara consumir de un tirón los 10 episodios de The Umbrella Academy con los efectos causados por una droga: "La serie lo que hace es que, al ser algo que te gusta, actúa sobre las áreas cerebrales responsables del placer, que es lo que más se activa cuando tomamos ciertas sustancias o cuando estamos haciendo algo que nos resulta agradable".
El hecho de ver la serie, de que te guste, de estar pendiente de qué va a ocurrir después, de seguir el argumento... es un reforzador positivo a nivel biológico y claro, cuando se termina, hay unos días en que la persona vive un síndrome de abstinencia porque necesita saber más. Hay como todo un juego a nivel emocional en la persona que lo está viendo: es una especie de proceso de anticipación, qué va a pasar, por dónde va a ir esto
Son muchos los espectadores que reconocen que disfrutan más de las series que ven de seguido y Cima ve una razón clara en ello: "...le damos una mejor continuidad a lo que estamos viendo y al contenido. Si la veo semanalmente, me deja con la intriga de qué va a pasar en el siguiente episodio durante una semana. Al final, preferimos resolver el misterio al cabo de 5 o 10 minutos, que es como ver una película continua de nueve horas, pero teniendo en cuenta que una película de nueve horas nadie la vería. En cambio, si esa película la divides en episodios de 50 minutos, la gente está dispuesta a verlos del tirón. Estamos más acostumbrados o tenemos más flexibilidad para enfrentarnos a una situación corta que a una muy larga, aunque al final el proceso sea el mismo".
Solo un episodio al día y maratones, los de correr
Jose Antonio Martín Urrialde, profesor de fisioterapia de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo, advierte que basta con ver un episodio para que comiencen a notarse los efectos de la no movilidad. Cuando nuestro cuerpo está activo, basta con moverse un poco para que responda. En cambio, si no se mueve durante mucho tiempo, tendrá que hacer un gasto grandísimo de energía. Es algo similar a lo que ocurre con un coche: "Cuando estoy sentado una hora, debo poner a trabajar mecanismos metabólicos muy potentes. Es como si yo tengo un coche. Si lo apago y lo vuelvo a encender, debe ponerse en marcha el motor de arranque, entre otras muchas cosas. Pero si dejo el coche al ralentí y meto la marcha, con un poquito que le pise, ese coche anda".
Viendo cómo nos afecta una única hora de televisión, está claro que ver ocho episodios seguidos va a tener efectos perjudiciales en nuestro cuerpo. Martín Urrialde no recomienda bajo ningún concepto practicar este hábito y lo perdonaría bajo una circunstancia muy concreta: “Yo lo reduciría a un día horrible, de una climatología adversa, vientos huracanados, tormenta de nieve… En fin, peligro de salir a la calle. Es mejor darte un paseíto, tomarte una cerveza, comunicarte y, después, cuando vuelvas a casa ves un episodio, pero una maratón de series no es recomendable. Fisioterapeutas, psicólogos, sociólogos… no lo podemos recomendar”.
Dime cómo lo ves y te diré quién eres
Quedarse en casa un viernes para ver Netflix es algo cada vez más habitual y, depende de cómo lo hagas, puede decir mucho de ti. Cima reconoce tres tipos de personas que utilizan este modo de ver la televisión: los que tienen “algún tipo de dificultad social”, los que lo usan como terapia y los que lo han convertido en otro modo de vida social. En el primer grupo se encuentra la gente más tímida o que tiene alguna dificultad social. Para ellos, salir a la calle puede hacer que se sientan solos y termine siendo agobiante. En su lugar, se quedan en casa haciendo algo que les gusta y con lo que obtienen un reforzador positivo. Eso sí, Cima advierte de que refuerza la conducta de aislamiento. Para el segundo grupo, HBO, Netflix o Amazon se han convertido en su terapia. Es gente que tiene mucha presión en el trabajo o en los estudios y, cuando llega el viernes, prefieren quedarse en casa porque necesitan estar tranquilos, solos y haciendo algo que les guste.
Con el tercer grupo, Cima comparte una visión más positiva respecto al ‘binge-watching’ y lo compara con el fútbol. Igual que muchas personas quedan con amigos para ver un partido, otros prefieren juntarse para ver la última entrega de Juego de tronos o recordar series tan míticas como Perdidos. “Por regla general, la gente a la que le gusta mucho las series y hay una serie nueva y tiene amigos o un círculo social muy activo, no se quedaría en casa solo”.
La gente lleva un modelo más del norte de Europa, en el que la gente hace fiestas en casa. Ahora mismo, se tiende a quedar con los amigos en casa, se pone Netflix o Amazon Prime y se hace una fiesta con el motivo de ver una serie. En el fondo, es una nueva especie de ritual social en el que, en lugar de estar en la calle, estoy en casa
Aislamiento, frustración, insomnio…
Puede parecer una afición inofensiva, pero conlleva más daños colaterales de lo que pensamos. Los efectos más notables se dan a nivel físico y el profesor de fisioterapia Jose Antonio Martín Urrialde advierte de que hay dos grupos de la población especialmente vulnerables: los niños y adolescentes, los cuales están desarrollando un gran índice de sobrepeso infantil vinculado a actividades sedentarias como el uso de móviles, consolas, televisión, etc; y los mayores de 65 años, donde el sedentarismo está vinculado a un incremento del riesgo cardiovascular.
En cuanto al nivel mental, la lista de consecuencias se alarga. Poder disponer del contenido que yo quiero cuando yo quiero es algo que está cambiando nuestra mentalidad. Amable Cima señala que, entre otras cosas, nuestra frustración frente a la espera está creciendo. "Las series son un reflejo de la frustración a nivel social. Yo quiero que las cosas se hagan y se hagan ya porque tengo derecho a ellas. El que yo pueda hacer y decir con qué ritmo y velocidad veo una serie está reflejando ese modelo social de la frustración por la espera. Tener una capacidad para que las cosas ocurran se está reduciendo al mínimo".
Como ya se ha señalado, el ‘binge-watching’ puede llevar al aislamiento de un grupo concreto de la sociedad. La gente que "no suele tener vida social normalizada", que tienen "algún tipo de dificultad social" y prefieren estar en casa son un grupo vulnerable al aislamiento. Dado que la actividad que les proporciona mayor refuerzo positivo es quedarse en el sofá viendo una serie, no se esforzarán por salir.
Otro de los daños más notables es el insomnio. El ansia por terminar una temporada o ver ese episodio en el que he estado pensando durante todo el día provoca que nos acostemos más tarde. "Se va a alterar mi ciclo circadiano del sueño y me va a producir insomnio. Es más, voy a tender incluso a tener menos sueño para ver más capítulos", explica el profesor de Psicología. Esto da como resultado peor rendimiento en el trabajo o en los estudios.
Cómo podemos reducir los daños
Puede parecer que es un terreno casi apocalíptico, pero, tranquilidad, hay modos de disminuir los efectos. Al menos los físicos. Martín Urrialde desaconseja absolutamente esta práctica, pero, dado que es uno de los grandes pasatiempos de nuestra época da algunas pautas para mantener nuestro cuerpo activo:
· Levantarnos del sofá cada 45 minutos y hacer 10 o 15 minutos de actividades de tipo aeróbico: caminar, estirar, etc.
· Se puede contraer la musculatura isométricamente, un tipo de ejercicio por el que los músculos se tonifican sin mover un solo dedo
· Hay que mantener una buena posición del cuerpo: que haya un ángulo de 90º entre el tronco y las piernas y otro ángulo de 90º entre la pierna y la tibia.
· Ver la televisión desde una bicicleta estática. Mientras ejercitamos, claro.
En cuanto a los daños mentales, no existen unos ejercicios tan específicos, pero la lógica ayuda. Dosificar los episodios, verlos con amigos o ponerse un episodio después de haber dado un paseo son varias de las claves para disfrutar de las series.