Han pasado 25 años desde que La delgada línea roja de Terrence Malick se estrenó en las salas de cine españolas, pero la mítica película sigue siendo una de las mejores obras de cine bélico jamás realizadas.
El aclamado director se había estrenado detrás de las cámaras más de dos décadas antes con Malas tierras (1973), con la que ya había llamado la atención de la crítica, y posteriormente con Días del cielo (1978), con la que triunfó en Cannes. Sin embargo, sería La delgada línea roja, estrenada 20 años después de su anterior película, la que le consagraría como uno de los grandes cineastas de su generación.
Basada en la novela homónima de James Jones, La delgada línea roja estaba ambientada en la Segunda Guerra Mundial, año 1942, y centrada en la Batalla de Guadalcanal a través de los ojos de las tropas estadounidenses. Con un elenco de infarto abarrotado de estrellas en plena ebullición -Jim Caviezel, Sean Penn, Adrien Brody, George Clooney, John Cusack y Woody Harrelson, entre otros- y la banda sonora a cargo de Hans Zimmer, el filme fue objeto de los elogios de la crítica de forma generalizada, que incluso llegaron a referirse a ella como "la mejor película de guerra".
De hecho, el tercer largo de Terrence Malick sería nominado a siete premios Oscar, aunque finalmente no se llevaría ninguno.
En un retrato de guerra brutalmente realista, la acción de La delgada línea roja comienza en agosto de 1942: una compañía de la División de Infantería de los Estados Unidos tiene la misión de apoyar a los marines en la destrucción de una base de la fuerza aérea japonesa en una isla del Pacífico, pero no pasa mucho tiempo antes de que la cohesión del grupo se destruya por completo. El soldado Witt (Jim Caviezel) se une a un pueblo primitivo con la cobertura del sargento primero Edward Welsh (Sean Penn), mientras que el soldado Jack Bell (Ben Chaplin) sufre de nostalgia y el teniente coronel Gordon Tall (Nick Nolte) entorpece la misión con su acalorado enfrentamiento con el comandante de la compañía Staros (Elias Koteas). De hecho, uno de las claves de la película de Malick es que cambia repetidamente de enfoque a lo largo de la película, centrando la acción en diferentes personajes y luego retirándoles el foco.
Con el impresionante trabajo del director de fotografía John Toll captando de manera impresionante la belleza de la flora y la fauna, las secuencias de La delgada línea roja resultan tan poderosas que no han envejecido 25 años después. Una obra maestra del cine bélico que sigue impresionando con su frío retrato de la dureza de la guerra incluso un cuarto de siglo más tarde y que los lectores de SensaCine puntúan con 4,5/5 estrellas.