La terrorífica Annabelle regresa a los cines, con la esperada secuela del 'spin off' de The Conjuring: Expediente Warren. En esta ocasión, la historia se ambienta en los años 50 y se centra en los orígenes de la diabólica muñeca de porcelana capaz de aterrar a todo aquel que se cruza en su camino. Esto nos ha hecho reflexionar, y en SensaCine nos preguntamos ¿cómo es posible que una simple muñeca pueda causar tanto pavor?
Aunque pensemos que el Séptimo Arte es el responsable de haber originado este temor hacia los muñecos, con películas como Annabelle o Chucky, nada más lejos de la realidad. En el campo de la psicología este tipo de patología, o trastorno de ansiedad, se conoce como el nombre de Pediofobia. Algunos de los pacientes a los que se les ha diagnosticado este miedo irracional a los mueñecos, también suelen desarrollar Automatonofobia, es decir, temor a todo aquello que parezca tener vida, principalmente los ventrílocuos y los maniquíes.
¿Quién no ha mirado alguna vez a un muñeco o muñeca y se ha imaginado que podría llegar a cobrar vida como ocurre en Toy Story? El propio Sigmund Freud se refiere a este temor en su ensayo 'Lo siniestro', de 1919. Para explicarlo se basa en un argumento planteado por el psicólogo alemán Ernst Jentsch, en 1906, en su estudio de lo siniestro, de "esa incertidumbre intelectual" que "no se llega a comprender", en el que explica cuál es el caso más habitual sobre este aspecto.
La duda de que un ser aparentemente animado, sea en efecto viviente; y al contrario: de que un objeto sin vida pueda llegar a estar de alguna forma animado
El director de Annabelle: Creation, David F. Sandberg, también considera, según ha admitido en una entrevista con el medio Eastern Eye, que este es el motivo principal por el que la protagonista de su película puede provocar ese pavor.
Mirando la muñeca Annabelle, creo que dan miedo porque son pequeñas versiones de nosotros. Se parecen a nosotros y esperas que caminen y empiecen a hacer cosas.
El hecho de considerar que los muñecos tienen vida no es algo tan disparatado. La mayoría de los niños suele hablar y jugar con ellos como si realmente estuvieran vivos. Un detalle que también destaca Freud en 'Lo siniestro'.
El niño, en sus primeros años de juego, no suele trazar un límite muy preciso entre las cosas vivientes y los objetos inanimados, y le gusta tratar a su muñeca como si fuera de carne y hueso. (...) El niño no sintió miedo ante la idea de ver viva a su muñeca, y quizá hasta lo haya deseado.
En cuanto a las muñecas de porcelana en particular, otro de los motivos por los que suelen ser las que más temor provocan, es la palidez de su rostro, que se asocia con la de que tienen los cuerpos sin vida. Y a ti, ¿te dan miedo los muñecos con forma humana?