El cine está plagado de parejas cómicas que han cosechado mayor o menor éxito entre el público, desde los ya míticos Laurel y Hardy o Abbott y Costello a los más recientes Will Ferrell y John C. Reilly. Como en España no tenemos una factoría de cómicos como el Saturday Night Live, nuestro modelo de cómicos televisivos que llegan a la gran pantalla es, obviamente, diferente.
A pesar de que muchos creen que el gran dúo cómico español fue el formado por Andrés Pajares y Fernando Esteso, en realidad no lo fue. Más bien eran dos actores populares de la revista teatral y televisión, que comenzaron su andadura juntos en 1979 con Los Bingueros -dirigida por Mariano Ozores- y que coincidieron juntos hasta en siete colaboraciones más en la gran pantalla y una obra de teatro. Sin embargo, no se lanzaron a la fama como pareja humorística y basaron su éxito en los taquillazos que les tocaba protagonizar. Como una suerte de Santiago Segura y Florentino Fernández en mayor medida, vaya.
En este especial, vamos a centrarnos en esas parejas cómicas que comenzaron su andadura juntos en los escenarios, hicieron sus pinitos en televisión y luego dieron el salto a la gran pantalla. Y también vamos a destacar algunos subproductos cinematográficos que te van a recordar grandes momentos en la sala de cine -o frente al televisor-, pero cuyo visionado también genera cierta vergüenza ajena.
Martes y Trece
Si hay que hablar de dúos cómicos en España, tenemos que citar sin duda a Martes y Trece, formado por Josema Yuste y Millán Salcedo. Si bien es cierto que comenzaron su andadura como trío, hasta el abandono de Fernando Conde en 1985, la etapa dorada de estos fue tras la marcha de éste para dedicarse al teatro. Antes de convertirse en pareja artística, el grupo protagonizó Ni te cases ni te embarques (1982) y La loca historia de los tres mosqueteros (1983). Pero no sería hasta 1989 cuando Martes y Trece volvería al cine.
Josema y Millán habían conquistado gran éxito de público gracias sus especiales de Nochevieja y comenzaron a estar en todas partes -desde especiales de televisión a 'spots' publicitarios- convirtiéndose en los grandes humoristas nacionales. Fue entonces cuando el director Álvaro Sáenz de Heredia llamó a su puerta para aprovechar su gran tirón mediático y exprimirlo en la gran pantalla. El realizador, que venía de dirigir a Emilio Aragón y Ana Obregón en el 'thriller' Policía, llegaba con la vitola de ser el sobrino de uno de los intocables del cine español de la posguerra, José Luis Sáenz de Heredia. Pero no por ello iba a manifestar la destreza de su tío tras la cámara, como se demostró en Aquí huele muerto…¡Pues yo no he sido!, una comedia de trazo grueso para cuya elaboración del guion sólo contó con la ayuda de la pareja en algunos 'sketches'.
La premisa era simple: realizar una comedia de terror al más puro estilo Mel Brooks, pero con muchas menos aptitudes que las del cineasta neoyorkino. En ella, Yuste encarnaba al conde Capra Negra, un noble venido tremendamente a menos que recibe una carta de su tío, el barón de Somolskaia, en la que afirma dejarle en herencia su castillo. Un lugar, aparentemente, poblado de criaturas sobrenaturales como Drácula o Frankenstein. Salcedo, por su parte, interpreta al sirviente de éste, Antonie, sobre el que cae casi todo el peso cómico de la trama (que es más bien escaso). En el reparto también encontramos a una joven Ana Álvarez, al desaparecido Raúl Fraire e, incluso, al mismísimo Paul Naschy en la piel del comisario de policía. El filme fue duramente vapuleado por crítica y público e hizo que sus responsables se replantearan la ejecución de su próxima obra cinematográfica.
Así que Saenz de Heredia y la pareja se pusieron manos a la obra en la elaboración de un guion para el que contaron con la ayuda de los televisivos Yolanda Garcia Serrano y Juan Luis Iborra. Este dio como resultado la comedia El robobo de la jojoya, una cinta que, pese a su escasa calidad cinematográfica, resultó mucho más divertida y con un humor mucho más identificable para los seguidores de Martes y Trece. En ella, el dúo interpretaba a dos torpes hermanos que son acusados de asesinato tras el fallido robo de la joya de Nefertiti. Al escaparse de la cárcel, tratan de demostrar su inocencia y completar el golpe.
El robobo de la jojoya sería la última incursión de Martes y Trece en el cine, al menos como pareja artística. Tras ella vendrían programas televisivos como Viéndonos, El retonno y Vísperas y festivos hasta la disolución definitiva de la pareja en el año 1997 con el especial de nochevieja Adós, con el que se despidieron de sus fans.
Los Hermanos Calatrava
Curioso es también el caso de los Hermanos Calatrava. Comenzaron como dúo musical e hicieron su primera aparición en la SER allá por el año 1952. Tuvieron una carrera mucho más longeva que otros de sus coetáneos de la comedia, pero también gozaron de un éxito menor -ya que la mayoría de sus ‘gags’ se basaban en las gesticulaciones de Paco, a quien llamaban "El feo de los Calatrava" y pronto se volvieron repetitivos- y, por tanto, llegaron a menos público. Su primera aparición televisiva fue a comienzos de los 60 en el programa Jardín de verano, emitido en Televisión Española. También lanzaron muchos discos, en los que dejaban atrás su faceta de cantantes serios de la que hicieron gala en el pasado. Su mayor 'hit' musical fue, sin duda, su versión del 'Space Oddity' del británico David Bowie.
A comienzos de los 70 llegaron a su pleno auge y fue entonces cuando el director Manuel Esteba les propuso realizar su primera película. Esteba venía de perpetrar la parroquial -y ahora, curiosamente reivindicada en algunos círculos 'freaks'- Hola, señor Dios en el año 1970. Esta primera colaboración se fraguó con el filme Horror Story, curiosamente otra comedia de terror como lo era la antes citada Aquí huele a muerto… ¡Pues yo no he sido! Aprovechando sus inicios en el mundo de la música, los Calatrava encarnaban a dos cantantes que se hacían pasar por otros dos músicos que habían fallecido en extrañas circunstancias. Estos dos eran en realidad dos agentes secretos que iban a mantener una reunión privada en un castillo embrujado.
A pesar de lo chapucero del resultado de Horror Story, los Calatrava repetirían dos años después con la que sería su obra cumbre: Los Kalatrava contra el imperio del karate. Bruce Lee estaba de moda gracias a Operación dragón y, lógicamente, España no iba a quedarse atrás. En esta película, dos vendedores de cursos de artes marciales son confundidos por error por dos maestros de kung-fu y son contratados para acabar con una célula del hampa. La trama acaba derrapando hasta convertirse en un despropósito de tomo y lomo, que convierte a la inenarrable Made in China -de la que hablaremos en otra ocasión- a la altura de Tigre y dragón de Ang Lee.
Tras estas dos películas, los Hermanos Calatrava parodiaron el cine de capa y espada en 1975 con Los hijos de Scaramouche, esta vez dirigidos por Paco Martínez Celeiro bajo el pseudónimo de George Martin -suponemos que querían abrirse al mercado internacional. E incluso se atrevieron a ponerse tras las cámaras en el largometraje Makarras Conexión. Como curiosidad, destacar que la edición Betamax de esta última se vende en una página de coleccionismo por casi 4.000 euros. Toda una rareza.
Su última película fue El E.T.E. y el oto, una terrible parodia de E.T. El extraterrestre de Steven Spielberg, dirigida de nuevo por Manuel Esteba. En la película, Manolo interpreta al padre de una familia que descubre a un esperpéntico extraterrestre en su jardín -interpretado, cómo no, por Paco- desencadenando todo tipo de situaciones bochornosas que hacen que el espectador se erosione la frente debido a la cantidad de veces que uno se lleva la mano a la cara durante su visionado. Y tras este filme han pasado más de 35 años desde que no vemos a los Hermanos Calatrava en el cine.
Cruz y Raya
A pesar de que muchos creen que el díptico formado por las tremebundas ¡Ja me maten! y su secuela Equipo Ja son la primera incursión del dúo Cruz y raya en el cine, en realidad éstas sólo tuvieron a Juan Muñoz como responsable. Hay que irse años atras, cuando la pareja aún no había cosechado el arrollador éxito que consiguieron en Televisión Española -tomando, sin duda, el testigo de Martes y Trece-, para encontrarse con la comedia Ni se te ocurra… dejar de verla.
Corría el año 1990 y la pareja formada por el antes citado Muñoz y José Mota gozaba de cierta popularidad gracias al programa Pero... ¿esto qué es?, una suerte de Noche de fiesta en la que el dúo realizaba 'sketches' junto a otros cómicos de moda del momento como Pedro Reyes o Pepe Viyuela. Este espacio de variedades les sirvió de trampolín para comenzar su andadura en Tutti Frutti, espacio de la cadena Telecinco en el que comenzaron a destacar y por el que el productor José María Calleja puso sus ojos en ellos.
Calleja, que ya había producido a Martes y Trece en Aquí huele a muerto… ¡Pues yo no he sido!, seguía en su empeño de aprovechar el tirón mediático de los dúos cómicos españoles. Lo hacía para rodar películas baratas y de consumo rápido tras haber perpetrado ya algunos dramas con la muy de moda por aquel entonces -¿y cuándo no lo ha estado?- Maribel Verdú. Por ello, en el caso de Ni se te ocurra… dejar de verla, contrató a las novatas Aurora Guerra y Patricia Gutiérrez para que elaboraran el guion con la inestimable colaboración de Mota y Muñoz. Después se fichó a un todoterreno como Luis María Delgado -en su filmografía cuenta con comedias picantes como Pepito piscinas e incluso dramones infantiles como Chispita y sus gorilas- para que se hiciese cargo de la dirección en la que sería su última faena tras las cámaras antes de su fallecimiento en 2007.
El resultado fue una inclasificable y vergonzante película que contiene 'gags' de lo más absurdo de la carrera de Cruz y raya -hay uno en que Muñoz pide una caña en un bar y la camarera le da una rama de árbol- y que a día de hoy es casi imposible verla programada en la parrilla de ninguna cadena de televisión. En el filme, la pareja da vida a dos estudiantes de interpretación que entran a trabajar en un bar con el objetivo de… ¡vaciarlo de clientes! Te puedes imaginar todo lo que allí sucede: desde broncas de grupos de moteros a la actuación de un 'Michael Jackson wannabe'. Su visionado es toda una hazaña.
Los Morancos
Dejando atrás los escándalos que han salpicado a estos dos hermanos sevillanos a lo largo de su carrera -el cómico Ignatius Farray tiene una broma en la que afirma que "no hay Moranco bueno"-, vamos a centrarnos en su primera aventura cinematográfica, producida allá por 1992.
Tras patearse los escenarios de toda Andalucía, Los Morancos tuvieron una pequeña aparición a finales de los 80 en el concurso Un, dos, tres…, que sería su carta de presentación ante el gran público. Su actuación gustó tanto a Chicho Ibáñez Serrador que se quedaron como fijos en el formato. Compartieron programa con Cruz y raya y otros cómicos de la época en el ya citado programa Pero… ¿esto qué es? y de ahí les vino su primera oportunidad cinematográfica. Ésta vino de la mano del cineasta barcelonés José Ramón Larraz, que se había curtido profesionalmente en "El destape" de finales de los 70.
Y así se rodó Sevilla Connection, una cinta en la que los hermanos Cadaval dan vida a una pareja de policías que se forma en Miami -por si la referencia a la mítica serie de Don Johnson y Philip Michael Thomas no era ya suficientemente obvia- y son reclutados por un comisario de Sevilla para desarticular una célula de narcotráfico que opera en la capital andaluza. La cinta está cargada de 'gags' sin gracia alguna, escenas de acción rodadas de una manera tan torpe que hacen que Operación Las Vegas parezca Matrix a su lado y unas idas y venidas de personajes que pasaban por allí y no saben muy bien cuál es su papel.
El Dúo Sacapuntas
No muchos cinéfilos saben que hay películas rodadas en vídeo casero y distribuídas en formato doméstico como si de cine convencional se tratara, durante las décadas de los 80 y 90. Si en EE.UU fueron populares títulos gore como Video Violence o Violent Shit, aquí tuvieron cabida engendros cinematográficos como Poke u Ojos sin luz -protagonizada por el Fary-, que causaron más de una queja a los dueños de los videoclubes que los alquilaron.
Al ver la oportunidad de rodar cine barato y rápido, Miliki -Emilio Aragón padre- decidió rodar su propia película en vídeo protagonizada por una pareja cómica con una fama relativa gracias a sus apariciones en los programas televisivos que su hijo presentaba: el Dúo Sacapuntas. Así que se sacó de la manga Yo quiero ser torero, una cinta en el que El Pulga (Juan Rosa) y El Linterna (Manolo Sarria) interpretaban a un par de perdedores tan amantes del arte de cúchares que se lanzan a tomar la alternativa enfrentándose a un peligroso toro de lidia con unas cuantas víctimas a sus espaldas. Es un filme bizarro y una rareza cinematográfica que te hace cuestionarte varias veces durante su visionado cómo has llegado a ese punto de decadencia en tu vida.
Para finalizar, me gustaría citar la saga Condemor, en la que el director Álvaro Saenz de Heredia trató de emular a Mariano Ozores sacándose la mano una improvisada pareja cómica -que estuvo formada durante dos filmes por Chiquito de la Calzada y Bigote Arrocet- con paupérrimo resultado (y gracia).